Nancy Spero (1926 – 2009) una pionera del arte feminista y de las más radicales, tanto por su propuesta artística, como por su discurso político. Figura fundamental de la escena contestataria del Nueva York de los años sesenta y setenta, mantuvo activo su compromiso político, social y cultural hasta el final de sus días.
Comenzó pintando lienzo, pero pronto se dio cuenta que este medio era eminentemente masculino y la marginaba como artista. Optó por crear un lenguaje pictórico específicamente femenino, desecha el lienzo y se decanta por la fragilidad del papel. se organiza en torno a un léxico de figuras transhistóricas y transculturales, reales y mitológicas, que trabajadas una y otra vez desenmascaran estereotipos y desplazan categorías y jerarquías. El movimiento, el ritmo y el color, constituyen una gramática aplicada directamente sobre el cuerpo de la mujer que, reforzada y llena de energía, conquista “feminizando” el espacio masculino del arte.
Entre los años 1959-1964 reside en París donde se relaciona sobre todo con círculos literarios, Artaud influirá en su posterior obra. Bajo el título Black Paintings agrupa una serie de obras figurativas, centradas en temas como la noche, la maternidad o los amantes. La sensación de aislamiento y cerrazón que transmiten estas obras se corresponde con la situación personal y profesional de la artista. Tal como explica Spero, su trabajo como artista en esta época era la sombra de su tarea como madre. Pintaba de noche, cuando sus hijos dormían: “Quería transmitir la idea de una persona y de la soledad del propio destino” afirma la artista en uno de sus escritos.
A su vuelta a Nueva York, coincidiendo con el movimiento de los derechos civiles y la oposición a la guerra de Vietnam, el compromiso político la saca de su aislamiento. Es en este momento cuando se decanta por el papel que da una nueva expresividad a su obra, como ocurre con la serie War (1966-1969) que refleja su cólera y repulsión frente a la guerra, introduciendo una explícita imagineria de género y múltiples metáforas sobre la violencia del poder. Lenguas y bombas fálicas, hongos atómicos y frases del argot militar inundan sus obras, creando una escritura visual.
En palabras de la artista: “yo quería escandalizar, quería impactarles con la idea de la obscenidad de la guerra…, mostrando la guerra como una sexualidad obscena, pornográfica, de modo que la bomba fuese antropomórfica y el cuerpo obsceno, a la vez masculino y femenino. …Utilizaba el motivo tan trillado de representar el pene como arma, y con el aspecto obsceno de esa lengua que vomita sobre las víctimas, y los helicópteros, que yo entendía como los signos de la guerra de Vietnam, convirtiéndose en monstruos prehistóricos…”
En 1969 trabaja en la serie Artaud Paintings, se distancia del debate político para crear un conjunto de obras basadas en textos de este poeta francés. En ellas expresa y exorciza su ira y sensación como artista alienada. Estas obras evolucionan hacia el Codex Artaud , treinta y cuatro rollos de hojas pegadas entre sí que recuerdan a las escrituras antiguas. Su lenguaje es obsceno y está inscrito manualmente, se distancia del discurso de sus coetáneos.
Su participación en el movimiento feminista, colabora entre otros con WAR (Women Artists in Revolution) y lleva a cabo protestas y acciones para exigir la paridad de la representación entre hombres y mujeres en los museos, la impulsa a tratar sobre la tortura y el dolor de las mujeres, pero también sobre su fuerza y libertad, surgiendo la serie Torture of Women (1976), combinación de imágenes, citas y testimonios sobre las atrocidades cometidas contra las mujeres en dictaduras sudamericanas. El interés por parte de la artista hacia los escritos de autoras como Cixous y Kristeva se demuestra también en afirmaciones explícitas: “No se puede avanzar si no es hacia una nueva dirección. Las feministas francesas hablan de “écriture féminine” y yo lo intento con la “peinture féminine”.
En The First Language (1981) el cuerpo femenino sustituye a la escritura subrayando el poder de la imaginación y la esperanza frente a la dominación. La pieza consta de 22 paneles horizontales en los que figuras femeninas procedentes de varios momentos históricos se alternan en un espacio extendido, combinando presencia y vacío sobre la página en blanco. Los cuerpos, algunos fragmentados, se suceden desnudos, y se mueven, saltan, caen, se estiran, se encogen, se repiten, creando un alfabeto propio.
Hacia finales de los años ochenta Spero se inclina cada vez más por la estampación de figuras y fondos, y expande su léxico a la arquitectura. De esta manera elimina cualquier obstáculo existente entre la obra y el espacio en el que se muestra y obliga al espectador a participar de manera mucho más activa. Comienza a realizar más exposiciones y llega el reconocimiento. Su trabajo se vuelve más exuberante y afirmativo, expresando cierto optimismo, de posibilidad de cambio, aunque no abandona la crítica a la violencia. Sus obras se mezclan en un diálogo entre el luto y la alegría. La instalación Ballad of Marie Sanders recupera un poema de Bertolt Brecht sobre una mujer torturada por relacionarse con un judío.
A finales de los años noventa el color adquiere un mayor protagonismo. Azur (2002) está inspirada en un poema de Mallarmé. El color se combina de múltiples maneras, rehuyendo la oposición entre fondo y figura, buscando nuevas formas de componer. En esta etapa utiliza el color con el mismo protagonismo que en los años sesenta utilizaba el texto.
En 2007 presenta una instalación en la Bienal de Venacia, Maypole: Take no Prisoners. Vuelve sobre un tema recurrente, la guerra. La pieza es un Árbol de Mayo provisto de 200 cabezas de aluminio tratadas y pintadas que, en palabras de la artista, ha canibalizado de sus pinturas de guerra de los sesenta.
(*)Gran parte de texto está sacado de la documentación de la exposición restrospectiva que se realizó en 2008 en Madrid Nancy Spero – Disidanzas Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía
Podeís encontrar más videos en esta página (art21): art21 – Nancy Spero
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